El periodista español Fernando Castelló ha publicado “Hablar
como los dioses. Diccionario de nuestras expresiones y términos coloquiales de
origen mitológico y grecolatino” (2010, ed. Evohé) en donde se encuentran una
cantidad de frases que cualquiera de nosotros podemos utilizar día a día pero
que tiene su origen en la mitología griega.
Acá te dejamos tres muestras de lo que va el libro y si te interesa y
Moreno te deja te lo podes encargar y leerlo completito.
"Tener vista de lince". Con todos los respetos
para el felino -del que desconocemos si tiene una gran vista- la expresión
proviene de Linceo, uno de los
argonautas que acompañó a Jasón en la búsqueda del vellocino de oro y que junto
a su hermano, luchó contra sus primos Cástor y Pólux y murió. El poeta Píndaro
escribió de él: "De todos los
habitantes de la tierra fue el de visión más penetrante".
"Ser presa del pánico". ¿Quién no lo ha sido
alguna vez? ¿Quién no lo ha dicho? Se decía que los persas huyeron presas del
pánico creado por el dios Pan en la batalla de Maratón (algo también tendrían
que ver las falanges atenienses). Resulta que Pan era hijo de una ninfa y Zeus
(o Apolo o Hermes, según las versiones): la parte superior del cuerpo era la
del hombre y la inferior la de un macho cabrío. Su apetito sexual era
incansable y era conocido por acosar a las ninfas por lo que su identificación
con el temor más intenso se debe a los sustos que provocaba a las pobrecillas
acosadas cuando aparecía ante ellas o a los aterradores gritos que profería si
era despertado. En la Edad Media, al diablo se le representaba con la forma de
este dios.
"Creerse el ombligo del mundo". Expresión que se
utiliza, con razón o sin ella, para referirse a quien se cree el más
importante, el que piensa que el mundo gira a su alrededor. En la mitología
griega el ónfalo (ombligo) era una piedra sagrada situada en el templo de
Apolo, en Delfos (el del célebre oráculo).
Se dice que Zeus soltó dos águilas, una hacia el este y otra hacia el
oeste, para que dieran la vuelta al mundo y al final se encontraron allí.
Además, la piedra estaba equidistante entre el cielo y el infierno. En resumen,
dos pruebas irrefutables -mitológicamente- de que aquel ombligo era el centro
del mundo.
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