lunes, 27 de agosto de 2012

Capítulo XVII - Mitología



El periodista español Fernando Castelló ha publicado “Hablar como los dioses. Diccionario de nuestras expresiones y términos coloquiales de origen mitológico y grecolatino” (2010, ed. Evohé) en donde se encuentran una cantidad de frases que cualquiera de nosotros podemos utilizar día a día pero que tiene su origen en la mitología griega.  Acá te dejamos tres muestras de lo que va el libro y si te interesa y Moreno te deja te lo podes encargar y leerlo completito.
"Tener vista de lince". Con todos los respetos para el felino -del que desconocemos si tiene una gran vista- la expresión proviene de Linceo,  uno de los argonautas que acompañó a Jasón en la búsqueda del vellocino de oro y que junto a su hermano, luchó contra sus primos Cástor y Pólux y murió. El poeta Píndaro escribió de él:  "De todos los habitantes de la tierra fue el de visión más penetrante".
"Ser presa del pánico". ¿Quién no lo ha sido alguna vez? ¿Quién no lo ha dicho? Se decía que los persas huyeron presas del pánico creado por el dios Pan en la batalla de Maratón (algo también tendrían que ver las falanges atenienses). Resulta que Pan era hijo de una ninfa y Zeus (o Apolo o Hermes, según las versiones): la parte superior del cuerpo era la del hombre y la inferior la de un macho cabrío. Su apetito sexual era incansable y era conocido por acosar a las ninfas por lo que su identificación con el temor más intenso se debe a los sustos que provocaba a las pobrecillas acosadas cuando aparecía ante ellas o a los aterradores gritos que profería si era despertado. En la Edad Media, al diablo se le representaba con la forma de este dios.
"Creerse el ombligo del mundo". Expresión que se utiliza, con razón o sin ella, para referirse a quien se cree el más importante, el que piensa que el mundo gira a su alrededor. En la mitología griega el ónfalo (ombligo) era una piedra sagrada situada en el templo de Apolo, en Delfos (el del célebre oráculo).  Se dice que Zeus soltó dos águilas, una hacia el este y otra hacia el oeste, para que dieran la vuelta al mundo y al final se encontraron allí. Además, la piedra estaba equidistante entre el cielo y el infierno. En resumen, dos pruebas irrefutables -mitológicamente- de que aquel ombligo era el centro del mundo.

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